Las Creencia limitantes

Las Creencia limitantes

Este artículo en audio

Las creencias limitantes son pensamientos o creencias que nos limitan, nos restringen o nos impiden alcanzar nuestro potencial máximo. Estas creencias suelen ser negativas, autocríticas y autodestructivas, y pueden tener un impacto significativo en nuestra vida y en nuestras acciones.

Algunas creencias limitantes comunes incluyen:

  1. Creencia en la falta de valía: Creer que no somos lo suficientemente buenos, inteligentes o talentosos para lograr el éxito.
  2. Creencia en la escasez: Creer que hay una falta de recursos, oportunidades o amor en el mundo, lo que nos lleva a vivir desde la carencia y el miedo.
  3. Creencia en el fracaso: Creer que no merecemos el éxito o que estamos destinados a fallar, lo que nos impide tomar riesgos y perseguir nuestros sueños.
  4. Creencia en la necesidad de complacer a los demás: Creer que nuestra valía depende de la aprobación y aceptación de los demás, lo que nos lleva a sacrificarnos y negar nuestras propias necesidades.
  5. Creencia en la falta de control: Creer que no tenemos el control sobre nuestras vidas y que somos víctimas de las circunstancias externas.
  6. Creencia en la limitación de edad: Creer que somos demasiado jóvenes o demasiado viejos para lograr ciertos objetivos o realizar cambios significativos.
  7. Creencia en la falta de posibilidades: Creer que no hay opciones o alternativas disponibles, lo que nos lleva a sentirnos atrapados en situaciones indeseadas.

Estas creencias limitantes pueden limitar nuestra confianza, autoestima y capacidad para tomar decisiones y actuar de acuerdo con nuestros deseos y metas. Sin embargo, es importante reconocer que estas creencias son construcciones mentales y que podemos desafiar y cambiarlas.

Al cuestionar y reemplazar nuestras creencias limitantes con creencias más empoderadoras y positivas, podemos liberarnos de las limitaciones autoimpuestas y abrirnos a nuevas posibilidades y oportunidades en nuestra vida. Esto implica un proceso de autoindagación, autoconocimiento y autotransformación para liberarnos de las creencias que nos limitan y adoptar creencias que nos impulsen hacia el crecimiento y el logro de nuestro potencial máximo.

Definir la creencia limitante,  activa y responsable del problema.

No reconozco sino lo que conozco. A menudo, las creencias están ocultas incluso para la persona misma que las lleva consigo. Sin embargo, son esas creencias las que nos hacen elegir y las que a veces nos limitan. Las creencias de un país pueden ser diferentes de otro país. Las creencias son ideas que tu puedes poner y que tu puedes quitar. Las creencias que te hacen sentir mal hay que cambiarlas por otras que te hagan sentir bien.

Para localizar una creencia hay que conocer su definición: Una creencia es un vínculo arbitrario entre dos objetos. Se organiza alrededor de un cuantificador universal y, en ocasiones, un operador modal de obligación.

El descubrimiento final de una creencia nos parece una etapa muy importante que puede, en ocasiones, ser larga y difícil, y requerir una cierta constancia. En ocasiones el proceso podrá ser también rápido y sencillo.

Con frecuencia, cuando el sujeto logra tomar conciencia de su creencia y definirla con claridad, esta pierde su fuerza vinculante. Como consecuencia, se da cuenta de que su conducta, su pensamiento o su malestar estaban vinculados de manera directa con esta creencia absurda u obsoleta, perjudicial, inoportuna y, en cualquier caso, parcial y dudosa.

Descubrir una creencia limitante es siempre una etapa indispensable para quien se involucra en un trabajo consigo mismo. Pero sucede que la toma de conciencia no es suficiente para hacer ceder o para suavizar la creencia. El sujeto identifica la creencia, la reconoce en su condición de inadecuada y apremiante, y continúa chocando con ella, como una boya en plena tempestad.

El descubrimiento de los errores lógicos que entran en juego en las creencias (inferencias arbitrarias, sobre generalizaciones, abstracciones selectivas, etcétera) será entonces un medio complementario eficaz para identificar, precisar y generar movimiento en las creencias limitantes.

Creencias limitantes
Creencias limitantes

DEFINICIÓN DE LOS ERRORES LÓGICOS « ¿No es penoso sufrir por un error?» Los errores lógicos han sido descritos y formalizados por los teóricos de las terapias del comportamiento y cognitivas (TCC) y después retomadas por la PNL en particular. Son errores de razonamiento que intervienen en la manera en que nuestros esquemas de base, creencias o escenarios de vida nos conducen a volver a sentir ciertas emociones y a adoptar conductas congruentes.

Los errores lógicos son:

•          La sobregeneralización: consiste en sacar conclusiones generales y globales después de un acontecimiento. A partir de un solo incidente, el sujeto extenderá a todas las situaciones posibles una experiencia dolorosa aislada; por ejemplo: «Fracasé en mi examen; por tanto, fracaso en todo lo que hago». Se trata de una descontextualización.

•          La minimización y la maximización: minimizar los aspectos positivos de un asunto y exagerar, por el contrario, los negativos. Se atribuye un valor mayor a los fracasos y a los acontecimientos negativos o se desvalorizan los éxitos y las situaciones felices: «Tuve éxito en mi examen, pero fue un golpe de suerte; era fácil…»

•          La inferencia arbitraria: ocurre al sacar conclusiones sin pruebas donde nada permite hacerlo: «Estoy deprimida porque me falta voluntad», «Mi hija no me llamó el día de la Madre, lo cual me indica que le importo muy poco».

•          La abstracción selectiva: consiste en juzgar una situación basándose en uno solo de sus aspectos e ignorando los demás: «Obtuve mala nota en mi examen; soy un mal alumno».

•          El razonamiento del todo o nada: razonar sin matices, sin considerar nada más que los extremos y omitir toda una gama intermedia: «Amar es darlo todo. No darlo todo es algo que indica que no se ama».

•          La personalización: sucede cuando nos atribuimos la responsabilidad de situaciones que no nos conciernen de manera directa y sobrestimamos las relaciones entre nosotros mismos y los acontecimientos desfavorables. Uno se siente responsables de las desgracias del mundo: «Si yo hiciera bien mi trabajo, todo iría mejor», «Si fuera una buena madre, mi hija no tendría dificultades en la escuela».

Como puede observarse en los ejemplos mencionados, el descubrimiento de errores lógicos en el discurso nos coloca de manera directa sobre la pista de las creencias.

¿DEFINIR UNA O VARIAS CREENCIAS LIMITANTES?

El ser humano no está constituido por un solo bloque monolítico. Somos seres complejos, paradójicos, ambivalentes. Hay muchas partes en el interior de nosotros mismos, como varias subpersonalidades, y cada una tiene sus creencias, sus angustias y sus modalidades relacionales.

Algunos autores hablan de «pluralidad interna» (Kaes); otros, de subpersonalidades o de «diversas existencias psicológicas» (Janet); otros, incluso de «estados del Yo» (Federn, Watkins) Estas nociones, que se  refieren a modelos teóricos muy diversos, tienen en común la aprensión del ser humano como ser múltiple en el interior de sí mismo.

Pierre Janet: el concepto de diversas existencias psicológicas

Al estudiar el funcionamiento psíquico a partir de la observación de los fenómenos hipnóticos (catalepsia y sonambulismo, memoria y amnesia, sugestión, etcétera), Pierre Janet postula la existencia de una vida psíquica inconsciente. En El automatismo psicológico (1889), describe cierto número de fenómenos psicológicos de los cuales se deriva el concepto de «diversas existencia psicológicas», que pueden ser sucesivas o simultáneas, naturales o generadas a través de la hipnosis.

Janet describe la actividad del espíritu como una operación de síntesis activa que conecta o se fusiona en un estado único de diversas sensaciones, percepciones, recuerdos, creencias, representaciones, etcétera, y, en un segundo paso, las vincula al grupo de imágenes y de juicios previos, y constituyen el Yo o la personalidad.

A partir de aquí nos encontramos ante toda una serie de componentes diversos del campo de la experiencia, ya sean no percibidos o ya sean relegados al campo inconsciente. Esos elementos pueden reunirse para formar «compuestos inestables» que por lo regular son de corta viabilidad y no tardan en disolverse; pero puede suceder también que se organicen en «grupos de fenómenos reunidos en la actualidad» . Janet desarrolla la idea de que ese mecanismo psicológico es particularmente identificable en las patologías mentales que «muestran con mayor claridad aún el desarrollo de ese grupo secundario de fenómenos y la formación de diversas formas de existencia psicológica».

Estas existencias psicológicas secundarias son entonces compuestos más o menos complejos, más o menos ricos, de elementos diversos tomados del campo de la experiencia, no integrados en el Yo, reunidos en grupos que perduran en el nivel inconsciente y que solo se manifiestan en determinadas ocasiones, de manera espontánea o artificial (por ejemplo, en estado de hipnosis).

Un grupo constituido de esa manera, comenta Janet, puede dar nacimiento a un juicio particular, que él llama «idea del Yo», el cual reconoce su unidad y dice «Yo». «Los sistemas de elementos psicológicos parecen tener vida propia y esta vida de un sistema psicológico es lo que constituye las diferentes personalidades». (JANET, 1889)

Si Janet describe bien el mecanismo cognitivo que entra en juego en la constitución de estas personalidades —o personajes— secundarias (mecanismo descrito como debilidad de síntesis actual, llamada también «debilidad moral» o «miseria psicológica»), no formula hipótesis sobre los orígenes de esta debilidad y las posibles implicaciones afectivas subyacentes. Este no es, sin embargo, el objeto de su estudio; es, ante todo un «ensayo de psicología experimental y objetiva». La miseria psicológica», sugiere de paso, «puede deberse a algún factor hereditario, a un estado de debilitamiento físico, accidental o a la propia constitución, o bien, incluso, a debilidades pasajeras, a la emoción, que ejerce una acción disolvente en el espíritu, disminuye su síntesis y lo vuelve, por un momento, miserable».

Deberemos recordar, en resumen, la noción de un fallo particular de la capacidad de síntesis del Yo para integrar las informaciones en una sola conciencia personal, lo cual será el origen de la formación de diversos compuestos, conglomerados, que llevan existencias paralelas en el seno de la psique.

Este proceso es, según Janet, indispensable para comprender las patologías mentales. Sin embargo, existen también, aunque en un grado menor, en todo ser humano. Con toda humildad, Janet reconoce que un estado de salud mental perfecto correspondería a una capacidad de síntesis sin falla, de la cual pocos pueden presumir. Simplemente, esos estados precipitados e inestables desaparecen con rapidez, aunque parecen cristalizarse en las organizaciones patológicas y permiten dar cuenta de lo que Janet llama «automatismos psicológicos», que, en última instancia, no son otra cosa que producciones del inconsciente.

De esta manera, todo sucede como si el ser humano estuviera constituido por el ensamblaje más o menos funcional, adaptado, feliz, de un conjunto de subpersonalidades que tienen cada una su vida propia, con su red de experiencias, de emociones y de creencias. Son como un grupo de individuos en una casa. Esas subpersonalidades pueden o no comunicarse entre sí y pueden o no tener creencias compatibles.

En algunos casos complejos se podrá intentar identificar las diferentes subpersonalidades y las creencias de cada una de estas.

Cambiar las creencias
Cambiar las creencias

«Hay más Yos que otros»

El ser humano, con su riqueza y su dolor, no es uno. Es un ser múltiple. Diferentes enfoques terapéuticos han teorizado sobre esta «pluralidad psíquica» y han desarrollado modelos de intervención, con la intención de trabajar a partir de esas diferentes partes de la personalidad.

Pienso aquí en numerosas personas que han recibido una educación muy impregnada de valores religiosos. Crecieron y se desarrollaron en una cultura familiar impregnada de moralismo, de conciencia del pecado, en la que es importante, por ejemplo, amar a los otros y olvidarse de sí mismo, o, incluso, en la que el placer es, si no culpable, al menos altamente sospechoso.

Una de esas personas, a quien recibí en consulta, se sentía desfasada en relación con sus preceptos. Percibía confusamente que no era justo. Experimentaba una necesidad de existir, de ser amada y de divertirse, pero otra parte de ella condenaba este sentimiento y lo calificaba de egoísmo. Una instancia exterior internalizada entró en conflicto con sus necesidades personales. Sentía que no era justo, pero creía que tenía que responder a sus exhortaciones para ser amada por sus padres. Tenía al mismo tiempo una necesidad, la de ser amada, y la percepción de su prohibición.

Ocuparse de sí mismo, existir, ser amada es igual a ser egoísta

Pero también, de manera simultánea: Ocuparse de sí misma, existir, ser amada es igual a ser normal, sentirse bien

Comprobaciones lingüísticas

Desde un punto de vista fenomenológico, esta pluralidad psíquica se manifiesta en el discurso o en las producciones escritas a través de la utilización de un cierto número de marcadores discursivos. Estas formas lingüísticas evocan la expresión de un Yo plural o la manifestación de un discurso con varias voces (polifónico). Con frecuencia son los testigos de una oposición, de un conflicto interno.

« ¿Quién habla? ¿Quién dice eso…?». El sujeto, alienado, ¿se habrá convertido en el que lleva la palabra, en la voz de uno o de varios otros…? Estos «otros» no tienen las mismas opiniones, las mismas creencias. El discurso nos hace en ocasiones escuchar ecos de esas diferentes voces, de identificaciones múltiples en el Yo de esos pacientes, que se encuentran en conflictos en los que el síntoma aparece como una tentativa de resolución.

Prácticas psicoterapéuticas

Para poder tocar nuestras creencias activas, para desestabilizarlas o flexibilizarlas, es necesario establecer o descubrir en el interior de nosotros lo que llamamos una «roca estable». Eso va a permitirnos ir al encuentro de nuestra creencia, calificarla como limitante y visualizar la posibilidad de retirarnos de su influencia.

En el transcurso de nuestro desarrollo y de nuestra vida, todos hemos evolucionado en nuestras creencias. Lo que ha permitido esta evolución, esos cambios, es una autonomía de la identidad, una diferenciación entre nuestra identidad (lo que somos, eso que se mantiene a través de los cambios) y nuestra creencia limitante (lo que pensamos que somos).